Éxodo 3:18-20
"Mas yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sino por mano fuerte. Pero yo extenderé mi mano, y heriré a Egipto con todas mis maravillas que haré en él, y entonces os dejará ir."(V.19-20)
No hay ninguno en este mundo que no haya pasado por una dificultad. Es muy importante como recibimos e interpretamos las dificultades a las que nos enfrentamos. La actitud y la forma de reaccionar ante los problemas y situaciones de los padres será transmitido a los hijos. Entonces como padres ¿Qué debemos preparar en esta vida?
1. Ser la persona que tiene el recipiente del evangelio.
Cuando nos encontramos con personas que son similares a nosotros entonces se crea ese ambiente de competición, pero también hay muchas veces que las opiniones son muy diferentes y no concuerdan con nosotros. Las personas separadas de Dios viven una vida centrada a sí mismos y ellos entienden todo de esta manera. Estas cosas no debemos enseñarlas a nuestras futuras generaciones. Cuando entendemos la profundidad del evangelio entonces podemos aceptar, sobrepasar y recibir fuerzas.
2. La semilla del evangelio y sus frutos.
Lo que escuche, vea y sienta este niño será para toda su vida y esto se reflejará en sus actos y en su forma pensar. Cuando los padres tienen ese hábito de calcular si hay beneficio o pérdidas y cuando tienen ese hábito de siempre quedar desalentados cuando sucede algo malo entonces todo esto será transmitido a sus hijos también. Pero si los padres al contrario preguntan cuál es la voluntad de Dios, y dejan todo ante Dios en oración en todas las circunstancias, entonces los hijos se darán cuenta de lo importante del evangelio que está dentro de los padres. Si, desde pequeños se siembra la semilla del evangelio en nuestras futuras generaciones entonces es Jesucristo quien se encarga y guía esas vidas y serán los evangelistas que salvarán a las personas con el evangelio.
Oración del evangelista, discípulo, obrero y misionero:
Dios, gracias por darnos esa gracia de tu salvación. Estamos agradecidos porque nos has dado la misión de transmitir el evangelio a la siguiente generación que salvará a otros. Oramos en el nombre de Jesucristo. Amén.